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ENTRE LA PANDEMIA Y LA HAMBRUNA.

A más de cuarenta días de la declaratoria de Emergencia Sanitaria y del decreto en el que se ordena el cierre de los negocios de actividades no esenciales, así como el aislamiento social para hacer frente a la Pandemia ocasionada por el COVID-19; los estragos causados dentro de las condiciones socioeconómicas a nivel global, y hablando específicamente en México, ha llevado a las organizaciones internacionales y a los especialistas, a dar pronósticos nada alentadores para lo que resta del 2020 y al menos el primer trimestre del año 2021.


A principios de enero de 2020, el panorama económico estimado para México por SHCP, los economistas, el Fondo Monetario Internacional y otras organizaciones, en relación al desarrollo del año 2020, lucían desfavorables, pronosticando un ligero crecimiento del 2% (SHCP) 0.7% Y 0.9% (Banco BASE y Bank of America Securities) o el 1% (Fondo Monetario Internacional), ello según los datos presentados por las mismas instituciones y publicados en diversas fuentes como Expansión e INFOBAE.

A pesar del panorama dibujado, la mayoría de los mexicanos, seguíamos con nuestro día a día sin prestar tanta importancia a las estadísticas. Lejos del desconocimiento de las cuestiones económicas, políticas y los complejos análisis realizados por los expertos, los mexicanos tenemos nuestra propia forma de medir las crisis, ya que es bien sabido que en México más del 50% de los mexicanos activos, vivimos al día, es decir, el trabajo que realizamos nos alcanza a cubrir las necesidades básicas de casa.

Así, mientras los economistas realizan estadísticas y proyecciones, las familias mexicanas realizan un análisis simple y real: mismo salario, mismas necesidades, con la imposibilidad de cubrirlas de la misma manera, que se hacía aún en el – ahora ya muy lejano – 2019.

Como si se necesitara más, aparte de esos ya estresantes días en que la realidad comenzó a hacer que más de alguno sudara “la gota gorda” al ver que con lo que hacía relativamente poco se podían pagar los gastos y guardar lo poco que restaba “para alguna emergencia” ahora a duras penas ajustaba para cubrir los gastos. A principios de este aparentemente eterno 2020, comenzaba a resonar el “coronavirus” ¿Quién iba a pensar que algo que inició en China iba a repercutir de manera tan desastrosa en nuestro país?

Conforme avanzaban los días y la propagación del virus, las medidas tomadas por diversos países a efecto de reducir o evitar, en medida de lo posible, un caos similar al generado en China, resultaron en lo que estamos enfrentando aún; cierre de empresas, maximización las medidas de salubridad e imposición del aislamiento social para el control del virus. Pero ¿realmente se ha cumplido con el aislamiento social? Todos sabemos esta sencilla respuesta: No.


Mientras algunos afirman la inexistencia del virus y se ponen en pie diversas versiones “conspiranoicas” de lo que sucede, optan por hacer caso omiso a los decretos, informes y estadísticas que nos son proporcionadas mañana, tarde y noche, por mera voluntad; otros, que resultan ser una cantidad considerable del total de personas que no han podido implementar la cuarentena y el “quédate en casa”, salen todos los días, con el temor de contraer la enfermedad y contagiar al resto de su familia, pues son e sustento y la familia entera depende de que en plena pandemia, estos miembros salgan para traer el pan a la mesa.


Así, mientras unos salen a voluntad y otros por necesidad, otros tantos se quedan en casa porque no tienen otra opción, ya que iniciando las medidas tomadas por el poder federal, ha habido en el país más de 300,000 despidos (346 mil 878 despidos, según refirió la titular de la STPS en días pasados) a causa de la Emergencia Sanitaria. Estas personas siguen buscando la manera de obtener algún ingreso, hacen lo que está a su alcance para estirar el poco dinero que tenían y se rompen la cabeza para idear alguna manera de generar ganancias mínimas para sobrevivir.

Con al menos 15 días restantes de cuarentena, los gobiernos estatales y el gobierno federal, buscan la manera de comenzar a reactivar la economía mexicana, pues muchas familias de nuestro país viven una realidad desesperante. Algunas de las expresiones de quienes día a día buscan salir adelante son “o me da Coronavirus o me muero de hambre” “no puedo decirle a quien me renta que no estoy trabajando por el coronavirus”.

De igual forma, mientras los gobiernos buscan la manera de seguir afrontando la enfermedad y la manera de levantar la agónica situación económica, la ONU refiere que la pandemia generada por el virus podría pasar a segundo plano y dar paso a la que se avecina en virtud de las medidas adoptadas a nivel global: La hambruna. El Director del Plan Mundial de Alimentos, refirió en días pasados, que estas medidas – que trajeron desempleo, afectaciones y desequilibrio – han dado paso a una situación tan crítica que, podría inclusive, traer consecuencias más catastróficas que el propio COVID.


Así, mientras esperamos el fin de esta interminable cuarentena e ideamos la manera de levantar nuestra ya muy golpeada economía, quedan muchas preguntas no solo en el tintero, sino, en muchos hogares de nuestro país: ¿podremos enfrentar la siguiente pandemia? ¿Lograremos sobrevivir a una crisis económica que sobrepasa lo proyectado a inicio de año? ¿Qué estrategias tomarán los diversos niveles de gobierno para hacer frente a este nuevo reto? ¿Puede México – hablando del gobierno, la economía y todos los mexicanos – seguir en pie?

Solo de una cosa estamos seguros: Nada volverá a ser como antes.

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